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    La litografía (proveniente del griego “lithos”: piedra y del término “grafia”: dibujo) es considerada la técnica "madre" de la impresión en plano (planografía).

    Fue descubierta, casi por accidente, por el alemán Alois Senefelder (1771-1834) en Munich en 1796 cuando buscaba un método sencillo y barato para hacer muchas copias de sus trabajos.

    Senefelder, en base al principio químico de rechazo entre el agua y la grasa, descubrió que si se dibujaba con un lápiz graso sobre una plancha de piedra caliza (porosa), se humedecía la plancha y al momento de entintar la plancha, cuando el dibujo ya está realizado, la tinta sólo se adherirá a las zonas correspondientes al dibujo y que previamente han estado tratadas con materia grasa, mientras que en el resto, donde tenia agua, será rechazada.

    Presionando un papel con esa plancha se reproducía el dibujo con gran calidad y, lo que era mejor, ese proceso de entintado-impresión se podía reproducir numerosas veces antes de que se perdiera definición.

    A diferencia de la xilografía y de la calcografía, la litografía no es un sistema de grabado propiamente dicho, ya que no se incide sobre la superficie de la matriz ni con una herramienta ni con ningún elemento corrosivo.

    Por ello es más correcto (adecuado) hablar de un sistema de estampación planográfico, pues las zonas dibujadas y las que no, quedan al mismo nivel sobre la matriz. El tipo de piedra utilizado para las litografías ha de tener unas características especiales: ha de ser suficientemente porosa para que pueda absorber el agua y, a la vez ha de tener una granulosidad muy fina para que pueda retener la grasa.

    La piedra calcárea es la más preciada para este procedimiento. El grosor mínimo de las piedras ha de ser de un centímetro para que puedan soportar la presión de la prensa, aunque como norma general acostumbran a medir unos cinco centímetros de grosor. Teniendo en cuenta la gran dificultad para hallar piedras calcáreas adecuadas y su alto coste, rápidamente se buscaron materiales alternativos para las matrices litográficas.

    Así se comenzaron a utilizar las planchas de zinc, que representan la enorme ventaja de poder ser tan grandes como se desee y de ser muy fáciles de mover y almacenarse. Con la incorporación de la fotomecánica, dichas planchas dejaron de ser dibujadas a mano, puesto que la sensibilización de su superficie permitía exactas reproducciones fotográficas.

     LA CROMOLITOGRAFÍA

    El procedimiento para obtener una cromolitografía o litografía en colores consiste en utilizar una plancha para cada una de las tintas que queramos usar. El artista dibuja la parte correspondiente a cada color en una piedra diferente que después se entintará con el color escogido. Ello significa que previamente se necesita tener una idea muy clara de la imagen que se quiere obtener para descomponer el dibujo en estas diferentes partes y calcular el número de matrices que necesitamos. Es importante no olvidar que en le tiraje, de la superposición de dos colores obtendremos un tercero. Para descomponer el dibujo el procedimiento más sencillo consiste en hacer el dibujo que se desea en una hoja de papel y, a partir del mismo y utilizando papel de calco, traspasar a cada una de las piedras el contorno correspondiente a las zonas de un mismo color. Un grabado de colores de calidad se caracteriza por una perfecta superposición de las superficies coloreadas que se obtiene mediante el sistema de registro.

    Las tintas de litografía son básicamente grasas y translúcidas. Es decir: No son opacas y cuando imprimimos una tinta encima de otra, los colores se suman (mezcla de colores sustractiva), y no se saturan tapándose unos a otros. Por lo tanto podemos hacer impresiones del tipo cuatricromías.

     

    HISTORIA

    En 1796 el alemán Alois Senefelder, en su búsqueda de un sistema de impresión barato para las partituras musicales y las obras de teatro, inventó la litografía. En sus inicios, la litografía no se utilizó como medio de creación artística sino que se utilizó básicamente con una finalidad comercial.

    Los artistas, si embargo, no tardaron mucho en descubrir las ventajas de este nuevo procedimiento, ya que permitía al autor dibujar directamente sobre la plancha sin la necesidad de grabadores intermediarios. Desde principios del siglo XIX, artistas como Goya, Daumier, Géricault, Delacroix, Odilon Redon, Mallarmé, Vuillard i Bonnard, ya en el siglo XX, Eduard Munch, Emil Nolde, Matisse y Braque, pero especialmente Picasso, hicieron que la litografía llegara al más alto nivel de expresión y calidad artísticas.

    A finales del siglo XIX e indisociablemente asociado a la aplicación de la cromolitografía o litografía en color, nace el nuevo arte del cartelísmo, con Jules Cheret, Alphonse Mucha y el máximo representante del cuál fue sin duda Toulouse-Lautrec. Con sus carteles este artista francés revolucionó el arte de la publicidad. No obstante, durante el siglo XIX la litografía estuvo estrechamente vinculada al desarrollo de la prensa y fue uno de los sistemas más utilizados para la ilustración de libros.

     PROCEDIMIENTO

    1. Trazar el dibujo

    Se pinta el motivo sobre la piedra con grasa, se puede utilizar cualquier material graso como carbón, ceras, betún para los zapatos, un lápiz graso o un pincel con pintura grasa El dibujo debe ir invertido (en espejo), ya que al imprimirse volverá a estar al derecho. La superficie de la plancha no cambia. A diferencia de otras técnicas de grabado, no hay relieve de ningún tipo. Es una plancha "plana". De esta forma desaparece la figura del grabador profesional que tradicionalmente, tanto en el grabado xilográfico como en el grabado a buril, era el encargado de traspasar las imágenes que los artistas realizaban sobre el papel de la matriz. Esto provoca mayor libertad a los artistas al momento de crear.

    2. Humedecer la plancha

    Se empapa bien con agua o con una solución acuosa la superficie de la piedra. Allí donde se dibujó con la sustancia grasa, el agua no penetrará en los poros de la piedra. Donde no había dibujo, el agua penetrará en la piedra, dejándola húmeda.

    3. Entintar la plancha

    Con una tinta de base grasa se entinta bien un rodillo de superficie "blanda" (tradicionalmente un rodillo recubierto de piel de carnero). Cuando tenemos el rodillo bien entintado, lo pasamos por encima de la plancha de piedra hasta estar seguros de haber entintado bien todas las zonas. Allí donde la piedra había quedado húmeda de agua (es decir, donde no había dibujo), la piedra repelerá la tinta (por ser esta grasa). Donde habíamos dibujado (y el agua había sido repelida), la tinta quedará depositada formando una película fina.

    4. Colocar el papel e imprimir

    Ponemos un papel encima de la plancha y situamos una prensa encima de ambos. Apretamos bien. Usualmente esto se hace con un rodillo bajo el que se hace pasar la plancha con el papel.

    5. Resultado

    El papel ha tomado la tinta de donde la plancha la tenía. Además, al estar en contacto con una piedra húmeda en buena parte, ha quedado algo mojado. Se puede volver a colocar un papel y realizar una nueva impresión. Cuando la tinta pierde fuerza, basta con entintar de nuevo la plancha.

    Una plancha bien realizada y utilizada puede dar bastante servicio antes de "agotarse". Y para eliminar cualquier dibujo anterior y dar a la superficie la textura adecuada para recibir una nueva imagen, el método más sencillo para borrar la imagen antigua consiste en frotar dos piedras de dimensiones parecidas, una contra la otra, haciendo movimientos en forma de S. Antes de comenzar esta operación, sin embargo, se moja la piedra y se extiende un poco de arena por encima para que actúe como material abrasivo. Y entonces podemos volverla a usar en otro grabado. Obviamente el bajo coste de las planchas y su fácil reciclado es una de las razones de la gran popularidad de la litografía.

     

     

       
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